Indigno de las tardes y las mañanas,
indigno de los días incomparables que he pasado contigo,
paso días de pena, de incertidumbre... no sé quién soy ahora para ti.
Vanamente procuro conciliar tu cariño y tu cortesía de ayer, con tu silencio de hoy.
No te pido explicaciones.
Te pido un signo de que aún existo para ti.
Habré de repetirte que te quiero y que podemos ser muy felices.
No me dejes así...Tuyo, muy solo...
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Yo a veces estoy desvelado y pienso: ¿quién soy?; incluso me pregunto ¿qué soy?, ¿qué seré?, ¿qué estoy haciendo?.
Y el t